Laura y Julio son las voces en esta historia, la de una pareja que no es nada menos que todas las parejas.
Dos voces que buscan, que se preguntan: ¿cuando la tentación entra por la puerta, el amor huye por la ventana? Después del brillo del enamoramiento, ¿no hay otro destino que la rutina que mata al deseo, que a su vez mata al amor?
Ellos, como todos, le temen a la soledad, al desamor, a perderse en las tentaciones, a hundirse en la rutina, a dejar de vivir la vida que desean.
En ese cruce de caminos que plantea preguntarse si la vida que uno vive es la vida que querría, es donde entra en juego esta historia, en el momento en que se dan cuenta de que la historia que están contando es la suya propia y que tal vez el final no esté escrito.
Porque si es verdad que cada pareja es un mundo y que cada mundo tiene su propio juego, ¿quién pone las reglas?
Porque si es verdad que cada pareja es un mundo y que cada mundo tiene su propio juego, ¿quién pone las reglas?
Sigo insistiendo que con poco se puede hacer mucho. En un buena comedia no pueden faltar: la excelencia de las palabras del autor, artistas dúctiles y talentosos capaces de salir de cualquier obstáculo imprevisto, y una dirección creativa que cuente bien la historia. “Chin pum” tiene los tres ejes principales bien cubiertos y por eso divierte de principio a fin. 
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